¿Cómo elegir al socio ideal para un proyecto?

Muchas personas piensan que un proyecto se puede encarar en forma individual. Pero siempre hay una etapa en la que quien está enfrentando los pormenores de emprender se da cuenta, como dice el refrán, que seguramente dos cabezas piensan mejor que una. No más, sino mejor. No se trata de cuánto pensar, sino de cómo. Para aquél que tuvo la idea original del proyecto, que quizás fue cambiando mientras llegaba el día de comenzar con éste, seguramente le resulte difícil observar una faceta del mismo que no sea del todo buena. Por eso, encontrar un socio o compañero con quien llevar a cabo un proyecto, que sume lo que a uno le falta, que sea como uno no es, y que realice aportes de verdadera importancia, es una cuestión fundamental. Pero... ¿cómo hacer para encontrar al socio ideal? Son varios los aspectos por los que la necesidad de sumar un socio cobra importancia.

Un socio debe tener una visión crítica del negocio, crítica pero constructiva. Tiene que poder ver la oportunidad que éste representa así como los riesgos en los que se incurre al emprenderlo, los límites - o no- de mercado y de acceso a capital, el ROI, y sumar inteligencia financiera para encontrar el mejor camino a seguir en cada bifurcación que ofrezcan las etapas de desarrollo del negocio.

Todo nuevo emprendimiento implica un gran desgaste en cuanto a tareas de gestión que, por más simples que sean, quitan tiempo destinado a pensar en el proyecto en sí. Sin importar de qué rubro se trate, que las primeras tareas de gestión serán realizadas por los propios emprendedores es prioritario. Un socio, en este aspecto, justifica su presencia al dividir los tiempos y permitir analizar con detenimiento todo lo que surge de la realización de dichas actividades de gestión. Permite, desde un principio, darse cuenta de que quizás hay maneras de reducir costos operativos del proyecto. Lo dijo Adam Smith en La riqueza de las naciones, "(...) Los hombres tienen muchas más probabilidades de descubrir métodos más sencillos y rápidos de obtener un objeto cualquiera cuando la atención íntegra de sus mentes está orientada hacia ese único objeto, que cuando ella está dispersa entre una gran variedad de cosas (...)". Un socio que aporte energías operativas es, por tanto, necesario.

¿Deben los socios tener la misma forma de pensar? No necesariamente. Es importante el pensamiento lateral, que un socio vea más allá del proyecto ya que, como dije antes, es muy probable que al socio que tuvo la idea inicial del emprendimiento le cueste ver las complicaciones que este conlleva, y creánme que siempre hay. Por lo tanto, es importante elegir un compañero que sea más -o menos- creativo, más -o menos- ordenado en cuanto a ideas, más -o menos- "lanzado" que uno mismo. Si las dos personas implicadas en un proyecto son introvertidas, nunca van a poder intentar conquistar un mercado. Si ambas son muy extrovertidas, quizás comiencen con el pie izquierdo, intentando creer que, antes de empezar, el mercado ya es de ellos. Un equilibrio de emociones y maneras de encarar las cosas es importante entre quienes intervienen en un proyecto. La clave está en complementarse mutuamente.

¿Qué sucede si uno de los socios es quien aporta la mayor parte del capital? ¿Cuál es el número ideal de socios para un proyecto? ¿Es mejor asociarse con un pariente que con un amigo? ¿O con alguien que te hayan recomendado o que hayas conocido, como un inversor ángel? ¿Es imprescindible que, al menos, alguno de los socios posea “experiencia emprendedora”?

Incontables son las preguntas que pueden formularse al respecto, pero la realidad es que un socio puede hacer caer un proyecto, así como también convertirlo en un éxito. Intentaré responder a estas y otras preguntas que faltan, algunas tomando la experiencia personal como ayuda, en sucesivas entregas. A su vez, ya analizaremos casos de sociedades que han alcanzado la cima, como también los motivos de ciertas rupturas, algunas beneficiosas y otras perjudiciales. Esperamos sus comentarios.